«…Finalmente, Andrea Ostera agrega otra aproximación más al tema. A diferencia de sus colegas, no dirige su atención hacia el proceso de realización efectiva de los edificios sino a un momento anterior: la etapa en que éstos son proyectados. Aquí aparece la tecnología en todo su esplendor. Pero la artista está decidida a no dejarse seducir por sus efectos, sino que se propone penetrar en ella desde una perspectiva conceptual, subjetiva y poética. Primera decisión: la elección personal, el capricho. Selecciona los planos de edificios con nombres de mujer. Salvo por el hecho de que ella misma es mujer, no hay otro motivo aparente para la selección, pero incluso con ese dato, ésta no deja de ser arbitraria: no hay, desde el punto de vista del diseño, una diferencia real entre los planos de edificios con nombres de mujer y los demás. Pero el arte no es el reino de la lógica y la intuición es siempre una aliada a la hora de la creación. La decisión está tomada. El arte puede no tener una lógica pero los programas de computación sí la tienen. Allí es dónde también ha decidido internarse la artista. En las propiedades del AutoCAD, Ostera descubre elementos que la hacen reflexionar sobre el medio que ella utiliza. A diferencia de la fotografía, esta popular herramienta para el diseño arquitectónico presenta un espacio ilimitado, inabarcable, abstracto, continuamente expandible. Un espacio de pura virtualidad. Esta virtualidad choca finalmente con la realidad del soporte que la vehicula: la pantalla. Y es aquí donde Ostera encuentra el material latente de su trabajo. Utilizando un lente especial, captura segmentos muy pequeños del monitor donde se reproducen los planos. Éstos quedan reducidos a píxeles, luces titilantes, ruido electrónico; los átomos de la representación digital. En este nivel, es imposible identificar los rastros de los edificios proyectados. Más bien estamos en el reino de una geometría que bien podríamos llamar lúdica, claramente no operativa. Las fotografías de Andrea Ostera se proponen explorar esa ludicidad con el fin de descubrir una poética. Y en gran medida lo logran. Si la poesía es ese lugar donde las palabras se liberan de su sentido establecido para impulsar otros, aquí las líneas, los planos, los íconos e incluso las palabras se han desprendido de su dependencia instrumental y brillan como las estrellas de un firmamento visual que descubre una poesía en el fundamento mismo del pensamiento proyectual. Aquí, en este grado cero de la creación, el arte y la arquitectura celebran sus bodas. Y el museo se presenta como el marco de su celebración»
Rodrigo Alonso, Catálogo de «30 años, 3 miradas», muestra realizada el Museo de Bellas Artes J. B. Castagnino, Rosario, con motivo de los 30 años de la empresa Fundar