Sin título (Papelitos I), 2006 – Foto intervenida – Fotografía color – Medidas variables
Sin título (Papelitos III), 2006 – Foto intervenida – Fotografía color – Medidas variables
Sin título (Papelitos II), 2006 – Foto intervenida – Fotografía color – Medidas variables
Sin título (Arbolito), 2007 – Foto intervenida – Fotografía color – Medidas variables
Carnaval, 2007 – Foto intervenida – Fotografía color – Medidas variables
Wintergarden, 2007/2008 – Foto intervenida – Fotografía color – 2 piezas, medidas variables
Springgarden, 2007/2008 – Foto intervenida -Fotografía color – 2 piezas, medidas variables
Summergarden, 2007/2008 – Foto intervenida – Fotografía color – 2 piezas, medidas variables
Incidente N° 4, 2007 – Foto intervenida – Plata en gelatina – Medidas variables
Incidente N° 3, 2007 – Foto intervenida – Plata en gelatina – Medidas variables
Incidente N° 5, 2007 – Foto intervenida – Plata en gelatina – Medidas variables
Incidente N° 2, 2007 – Foto intervenida – Plata en gelatina – Medidas variables
Puente, 2008 – Foto intervenida – Fotografía color – Medidas variables
Sin título (Comedor), 2007 – Foto intervenida – Plata en gelatina – Medidas variables
Sin título (Escritorio), 2007- Foto intervenida – Plata en gelatina – Medidas variables
La plaga del brachichito, 2008 – Foto intervenida – Fotografía color – Medidas variables
La plaga del fresno, 2008 – Foto intervenida – Fotografía color – Medidas variables
La plaga del paraíso, 2008 – Foto intervenida – Fotografía color – Medidas variables
Cielo de septiembre, 2008 – Foto intervenida – Plata en gelatina – 50 x 75 cm
Cielo de enero, 2008 – Foto intervenida – Plata en gelatina – 80 x 120 cm
Cielo de septiembre (detalle), 2008 – Foto intervenida – Plata en gelatina – 50 x 75 cm
Hubo un día en que las cosas necesitaron ser contadas, numeradas, clasificadas. Exigieron someterse al rigor del catálogo – ese ordenamiento arbitrario que invariablemente nos sobrepasa y que nunca se agota – para ser comprendidas y separadas del caos. Me embarco, entonces, en aventuras taxonómicas, apenas sentimentales. Ensayo ordenamientos caprichosos, siempre inestables, siempre susceptibles de soportar un cambio de consigna, una modificación del criterio. Las letras y los números aparecen como formas que asignan sentido: útiles herramientas de sistematización apreciadas por la vocación del coleccionista. Inesperadamente, en un momento impreciso, la tipografía se revela y pierde neutralidad. La fuente abandona las letras y se transforma en otra cosa: se impone como artefacto, se instala en el plano de la imagen fotográfica con peso propio. Webdings, wingdings, dingbats. Un enorme repertorio tipográfico que rehuye las palabras y que se inscribe en un lenguaje de otro orden. Entre el espacio de la tipografía como signo que nombra y da sentido y el de la tipografía como imagen, como significante despojado de su significado, la obra va y viene, se divierte sin apuro.
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