LITORAL

El viernes 17  inauguró  Litoral en Espacio de Arte Innova, un lugar maravilloso que Nuria Kello supo construir al lado del mar.  Muchas gracias Celina Fuster, por la invitación amorosa y la organización impecable, y Alina Tortosa por apoyar el proyecto con un espacio de residencia para los artistas.

Luján Castellani,  Celina Fuster, Marina Gricyuk, Fabiana Imola, Andrea Ostera, Maxi Rossini y Román Vitali  fuimos los autores invitados. Marcela Galuppo estuvo a cargo del texto que acompañó a la muestra:

LITORAL

El litoral aparece como una naturaleza mental y sensitiva creada por los artistas
reunidos en la muestra.
Ellas y ellos llegan con historias de río, de humedal, del caos del ramaje y también de la geometría de los campos.
Un mix de tiempos interactúa en las obras, partiendo desde la permanente observación, a los procesos de elaboración, muchas veces remarcados, hasta arribar a un diálogo con el presente, con el otro.
Maxi Rossini realiza un trabajo tan minucioso, que parece generarse a partir de puntos imperceptibles, lo cual me retrotrae a una tradición filosófica materialista del pensamiento griego que inuaguraron Epicuro y Lucrecio, consistente en que los átomos caen paralelos en el vacío y si un átomo se desvía nace un mundo. Gravitaciones, causas y efectos, extraen la figura y definen el fondo en sus dibujos de
delicada opulencia. Los jarrones son protagonistas tanto en su obra como en una serie de A. Ostera, como moradas donde los precisos cuerpos de las flores van buscando su lugar.
Andrea Ostera se acerca a la abstracción, explora los pasos, la ciencia de la fotografía, y prende aquello que subyace, cuestionando la representación visual. Allí se revela un erotismo que se desliza en lo fugaz y mínimo de sus imágenes.
Siguiendo el camino de la estructura material que parece solidificarse en los hombres rama de Román Vitali vemos las figuras pasando por un punto de fuga en sus contornos donde se vislumbran los rasgos vegetales. Los cuerpos son dos y son uno, y la falta, se metamorfosean y deforman. Así como en los marcos que aluden a los cuadros robados, donde la falta está en el centro, de dos y de uno.
En la obra de Fabiana Imola es el paisaje quien se deforma. Las sombras se
precipitan y acumulan en recortes de chapas y aceros, se elevan en el aire y se deslizan como una corriente en la arquitectura.
En el caso de Luján Castellani el mecanismo del corte rompe y acumula los registros
fotográficos que constituyen sus estados de la naturaleza. Los círculos de papeles satinados tienen el efecto de llegar a las emociones inconscientes, de maravillarnos como un niño, como aquellos montones de caramelos de colores brillantes de Félix Gonzalez Torres.
Los paisajes son oficio en las manos de Marina Gryciuk. Los distintos horizontes
configurados de tramas textiles resaltan las puntadas y la demora del tiempo atrapado en ellas. Los hilos se enrollan, perforan, se deslizan, llevan el ritmo del cuerpo en sus latidos y respiraciones.
Celina Fuster avanza con la garra de león, se mueve por fuera y por dentro. Las
plantas cubren espacios, su intención es proliferar, generar vida y redibujar aquello que vemos. Eso acontece también en las casas tomadas que se cubren y camuflan bajo una hoja tras otra.
Yendo de lo micro a lo macro, en el desvío que encuentra y genera lo nuevo, en formas y deformaciones, con sus paisajes, naturalezas muertas, pájaros, seres y visiones, las obras puestas en escena dialogan entre sí y con el presente revelando y ocultando territorio. Por todos lados hay indicios de posibles caminos de reconciliación entre nosotros y el topos.

Marcela Galuppo/ Rosario, 02 de enero de 2020.

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